En el renacimiento la tendencia era llevar cejas finas y tez muy blanca. Los ojos se delineaban con negro, mientras que los parpados eran coloreados con azul y verde y los labios llevaban colores rojos intensos en forma de corazón. También solían pintarse lunares, ya que se consideraban estéticos.
En el siglo XIX se exagero la palidez del rostro, al punto que las mujeres ingerían sustancias toxicas como el plomo y arsénico, que podían causar la muerte. se marcaban también las orejas y los pómulos se coloreaban levemente mientras que los labios tenían un color carmesí.